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🔹 Funcionarios de casilla firman y certifican su inutilización
🔹 El proceso garantiza que no haya votos “fantasma”
Durante la intensa jornada electoral del 1 de junio, donde los ciudadanos participaron en la histórica elección de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial, surgió una inquietud legítima: ¿qué sucede con las boletas que no se utilizan? La duda no es nueva, pero sí recurrente, y en tiempos de desinformación, aclararlo es esencial.
Patricia Avendaño, consejera del Instituto Electoral de la Ciudad de México, explicó que existe un protocolo estricto para el manejo de las boletas sobrantes. “Todas las boletas que no se ocupan se sellan, se separan y se aseguran con cintas de seguridad. Además, se firman por los funcionarios de casilla para dejar constancia de que no fueron utilizadas”, detalló en entrevista.
La verdad es que el proceso es más riguroso de lo que muchos imaginan. Las boletas no utilizadas se colocan en bolsas especiales, separadas cuidadosamente de las que sí contienen sufragios, y se integran al paquete electoral. Todo ese material regresa a los consejos distritales, donde permanece bajo resguardo y supervisión hasta que concluye la revisión oficial.
Este procedimiento no es un simple trámite: es una de las piezas clave para que el número de votos coincida con los ciudadanos que aparecen en el cuadernillo nominal —un documento donde se registra con precisión quién votó y con qué folio.
Aunque este paso no siempre es visible para el electorado, representa una capa vital de seguridad y transparencia. En un ejercicio inédito como el de este año, donde por primera vez se eligieron directamente integrantes del Poder Judicial, cada detalle cuenta para fortalecer la confianza pública.