La noche de anoche en Santa Clara, fue una de las más humillantes para el fútbol mexicano, para la Selección Mexicana, para los aficionados, para los jugadores y para los paisanos que fueron apoyar al TRI en su aventura de la Copa América Centenario.

Muchos lo vimos y otros tantos lo dicen, “Los jugadores no corrieron, no pusieron garra, caminaban, así cualquier equipo te gana” y es cierto, esa falta de amor por la camiseta, espíritu deportivo no se vio ayer, pero también se vio falta de idea futbolística, sin creatividad, sin ritmo, sin nada, por primera vez la Selección Mexicana estaba perdida.

Pero esto no fue de ayer, México no se vio bien ante Jamaica, Venezuela, Uruguay y ante el mismo Chile en el juego amistoso, minutos con destellos en cada uno de los encuentros, pero en la mayor parte del tiempo México se veía mal. Tenía que llegar un verdadero equipo para exhibir, demostrar, evidenciar las fallas.

Los que han jugado y los que saben, reconocen que el cambiar tu línea defensiva partido a partido no tiene buenos resultados y mucho menos si supuestamente vas rotando los porteros, nuevamente la línea defensiva ante Chile fue otra a la del partido ante Jamaica, ante Venezuela, nunca se contó con una base.

 No hubo reacción desde el primer ataque de la Selección de Chile, las bandas eran autopistas para los jugadores chilenos, no había un tapón en dicha zona, lo más triste fue que los jugadores se notaban sin el ánimo de defender la playera. En medio campo la posesión era por minutos, pero en la mayor parte del tiempo, los mexicanos corrieron atrás de los chilenos.

El enlace entre defensa y mediocampo también fue otro cambio, nadie se esperaba a Dueñas en la contención, Rafa Márquez no va estar para la eternidad, se debe buscar quien de estabilidad al equipo. Tanto los de recuperación como la zona de la defensa estuvo sin idea, perdidos y lamentablemente no competían.

Los chilenos parecían aviones, corrían con y sin balón, los jugadores mexicanos se veían limitados, rebasados, sin nivel, parecía un partido de 22 jugadores contra 11. Chile demostró el significado de un juego basado en continuidad, estilo y conjunto.

No toda la culpa es de Juan Carlos Osorio, pero si de que el TRI no tenga estilo, si de las famosas rotaciones, si de no propiciar un cambio en los jugadores y en la táctica. Desde el primer minuto Chile demostró superioridad y los cambios vinieron hasta el segundo tiempo, cuando tenían 2 goles adentro y se visualizaba una goleada. Antes no hubo nada, antes se pudo ver en la pantalla la desesperación de Rafael Márquez, explicando y discutiendo movimientos de los jugadores en la cancha.

Osorio no es responsable del poco profesionalismo de los jugadores, de esa falta de amor por la camiseta, el entrenador no va correr por ellos y los mexicanos hoy no corrieron, les faltó actitud, les faltó esa hambre de triunfo.

Las televisoras, los medios, los comerciales, los patrocinadores, los representantes, los directivos etcétera y etcétera, son responsables de crear futbolistas burgueses, que se sienten intocables, que no pueden ser criticados, que aseguran ser las estrellas salvadoras y  que si se van del TRI no se logrará nada.

Señores directivos y federativos hasta el momento México no ha ganado nada, con o sin las estrellitas tricolores México es el “Ya merito” “El jugamos como nunca, perdimos como siempre” y puedo dar innumerables calificativos, que ni las estrellitas han logrado callar o evitar.

Es momento de hacer un alto, no pido la cabeza de Juan Carlos Osorio, pero si un análisis de fondo, para saber si el entrenador colombiano es el idóneo para México, de ser así tienen que establecer parámetros, un estilo de juego, conjunto etc. Si Osorio no es el entrenador, la respuesta debe ser pronta porque las eliminatorias están en curso y no se está para experimentos.

Pudo ser un accidente futbolístico o no, pero es momento de poner un punto y aparte, es momento de olvidarse que México es el gigante de CONCACAF, es el momento de copiar estilos ganadores como el de España o Alemania, pero es momento de hacer algo, porque la humillación nadie la olvidará, ni en cien años.