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Las dos cámaras que integran el Congreso de la Unión entran a una nueva etapa a partir de este 1 de septiembre. Tanto la Cámara de Diputados como la Cámara de Senadores desempeñan funciones esenciales dentro del sistema político del país, aunque con roles y responsabilidades diferentes, y en la LXVI Legislatura tendrán un papel determinante.
Diputados y senadores cumplen con tareas específicas que dan vida a la estructura legislativa nacional. Y en el caso de los primeros, por primera vez en la historia, un partido de izquierda consolida la mayoría en San Lázaro.
Quienes constituyen la Cámara de Diputados representan directamente al pueblo de México. Son elegidos cada tres años mediante un sistema mixto que combina el principio de mayoría relativa y representación proporcional.
En total, 500 diputados forman parte de esta cámara: 300 se eligen por mayoría relativa en distritos uninominales y 200 por representación proporcional en circunscripciones plurinominales.
Para ser diputado, es necesario ser ciudadano mexicano por nacimiento y tener al menos 18 años cumplidos el día de la elección, entre otros requisitos.
El trabajo principal de los diputados es legislar, lo cual implica la presentación, discusión y aprobación de leyes que impactan a todo el país.
Dentro de sus facultades exclusivas, destaca la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación. Esta autoridad les confiere una influencia significativa en la asignación y uso de los recursos públicos, lo que es fundamental para el funcionamiento del gobierno.
Además, los diputados revisan la Cuenta Pública del año anterior, una función que les permite verificar que el gasto público se realice de manera adecuada y transparente.
Los diputados también tienen la responsabilidad de ratificar ciertos nombramientos hechos por el Presidente de la República, como el del secretario de Hacienda.
Asimismo, son los encargados de expedir el Bando Solemne para dar a conocer la declaración de presidente electo, y pueden declarar si procede o no penalmente contra funcionarios de alto rango, como ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y otros servidores públicos. Estas funciones les otorgan una labor crucial en el control y supervisión del Poder Ejecutivo.
Por otro lado, quienes integran la Cámara de Senadores representan a los estados de la República. Cada estado, así como la Ciudad de México, elige a tres senadores: dos por mayoría relativa y uno por primera minoría. Adicionalmente, 32 senadores son elegidos por representación proporcional, para un total de 128 senadores.
Para ser senador, se requiere ser ciudadano mexicano por nacimiento y tener al menos 25 años cumplidos al momento de la elección, entre otros requisitos similares a los de los diputados.
El trabajo de los senadores se centra en la política exterior y en la representación de los intereses de los estados.
Entre sus facultades exclusivas se encuentra la aprobación de tratados internacionales y convenciones diplomáticas, lo cual les otorga un rol destacado en la definición de la política exterior de México.
También tienen la responsabilidad de analizar el informe anual sobre las actividades de la Guardia Nacional y aprobar la Estrategia Nacional de Seguridad Pública.
Los senadores ratifican nombramientos importantes, como el de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Fiscal General de la República, y tienen la facultad de erigirse como jurado en juicios políticos contra servidores públicos.
La diferencia principal entre el trabajo de un diputado y un senador radica en sus funciones y en el ámbito de su representación. Mientras que los diputados se enfocan en la creación de leyes y en la supervisión del gasto público, y aseguran el uso adecuado de los recursos del país, los senadores se encargan de asuntos relacionados con la política exterior, la seguridad y la representación de los estados.
Ambos cuerpos legislativos comparten el objetivo común de legislar para el bienestar de México, pero lo hacen desde perspectivas y con responsabilidades que son complementarias pero distintas.
Así, el Congreso de la Unión, a través de sus dos cámaras, asegura un equilibrio de poder y una representación efectiva de los ciudadanos y las entidades federativas, contribuyendo al funcionamiento democrático del país.
Es frecuente leer o escuchar que, al referirse a ambas cámaras, las llamen “cámara baja” y “cámara alta”. Esto puede considerarse un error porque estas denominaciones pueden dar la impresión de que una cámara es superior o más importante que la otra, lo cual no es correcto.
Ambas cámaras, la de Diputados y la de Senadores, tienen funciones y responsabilidades específicas y complementarias dentro del sistema legislativo del país, y ninguna está por encima de la otra en términos de jerarquía o autoridad.
En lugar de una relación de subordinación, las dos cámaras trabajan de manera paralela para garantizar el equilibrio de poder y la representación adecuada tanto del pueblo (Cámara de Diputados) como de los estados (Cámara de Senadores).
Por lo tanto, referirse a ellas como “baja” y “alta” puede llevar a una interpretación incorrecta de su papel y función dentro del gobierno.