El viernes al mediodía, un terremoto de magnitud 7.7 sacudió Tailandia y Myanmar, causando tragedias en ambas naciones. Con epicentro cerca de Mandalay, la segunda ciudad más grande de Myanmar, el sismo dejó un saldo de al menos 144 muertos en Myanmar y tres en Bangkok, la capital tailandesa. El temblor fue seguido de una réplica de magnitud 6.4, aumentando aún más el temor entre los habitantes de la zona.

El gobierno militar de Myanmar confirmó que el terremoto causó graves daños en varias regiones, como Mandalay y Sagaing, donde se registraron más de 730 heridos. En Bangkok, la caída de un edificio en construcción cobró la vida de al menos tres personas, y decenas quedaron atrapadas entre los escombros. El impacto fue tal que la Cruz Roja reportó dificultades para acceder a las zonas más afectadas debido a la caída de cables eléctricos y el colapso de infraestructuras clave.

Los residentes de Bangkok vivieron una experiencia de pánico absoluto, con sirenas resonando por las calles y un caos generalizado. April Kanichawanakul, una trabajadora de oficina, recordó el momento en que el edificio comenzó a moverse y la sensación de mareo se transformó rápidamente en terror. Testigos como Fraser Morton, un turista escocés, relataron escenas de caos en centros comerciales y calles, con gente corriendo y gritando por el pánico.

Este devastador suceso tuvo lugar el viernes al mediodía, generando una serie de reacciones inmediatas de emergencia. Las autoridades en Myanmar decretaron el estado de emergencia en varias regiones, mientras que en Bangkok, el gobierno local declaró la zona de desastre para facilitar las labores de rescate y apoyo.

El impacto se extiende a China

El sismo también dejó su huella en China, especialmente en las provincias de Yunnan y Sichuan, donde se reportaron daños en viviendas y personas heridas, sobre todo en la ciudad de Ruili, cercana a la frontera con Myanmar. Las repercusiones del terremoto se extendieron a varias regiones, generando una crisis humanitaria de gran escala.