La tragedia en Myanmar sigue escalando. A cinco días del terremoto de magnitud 7.7, la junta militar elevó la cifra de víctimas a 2,886 muertos y 4,639 heridos. Mientras las labores de rescate continúan, la posibilidad de hallar sobrevivientes entre los escombros disminuye rápidamente.

El desastre ha impactado severamente seis regiones, afectando a más de 28 millones de personas, entre ellas 6.7 millones de niños. La destrucción de infraestructura ha complicado el acceso a zonas críticas, dificultando la llegada de ayuda humanitaria.

En respuesta a la emergencia, la ONU anunció la asignación de 12 millones de dólares para la asistencia inmediata. Estos fondos se destinarán a la distribución de dinero en efectivo, alimentos, refugios, agua potable, servicios de saneamiento, atención médica y remoción de escombros.

Las autoridades locales y organizaciones humanitarias trabajan contrarreloj para brindar apoyo a los damnificados. Sin embargo, se requiere más ayuda internacional para enfrentar la magnitud de la crisis.