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Decisión influenciada por presión de congresistas cubanoamericanos.
En un movimiento que mezcla petróleo, diplomacia y política doméstica, el Gobierno de Estados Unidos decidió este lunes extender una licencia de operación “mínima” a Chevron en Venezuela, justo un día antes de que venciera el permiso anterior.
Según fuentes citadas por Yahoo Finance, esta nueva licencia solo autoriza operaciones de mantenimiento. Nada de nuevas inversiones, mucho menos exportaciones. La decisión contrasta con lo dicho por Ric Grenell, enviado especial del Gobierno estadounidense, quien había asegurado una renovación más amplia tras negociaciones para liberar a un ciudadano estadounidense detenido en Venezuela.
Sin embargo, la historia cambió de golpe. Según Axios y The Washington Post, tres congresistas —Salazar, Giménez y Díaz-Balart— habrían condicionado su apoyo a la reforma fiscal de Trump a que se dejara expirar la licencia original. Y el plan, uno de los pilares del segundo mandato del expresidente, se aprobó por apenas un voto.
Esta maniobra deja a Venezuela con un socio clave limitado, justo cuando intentaba levantar cabeza tras años de sanciones. La Chevron de hoy ya no podrá apuntalar la producción como lo hizo durante el primer veto petrolero de Trump.
La verdad es que este nuevo escenario revela una política exterior que se decide más en los pasillos del Capitolio que en las embajadas.
Con información de EFE