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Icnitas revelan diversidad de dinosaurios herbívoros, carnívoros y posibles voladores.
04 de diciembre de 2025. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) confirmó la presencia de huellas de dinosaurios en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, tras inspecciones realizadas en septiembre de 2025 en la junta auxiliar Santa Ana Teloxtoc, en Tehuacán, Puebla. El hallazgo, descrito en el Boletín 651, mantiene un alto valor científico por su antigüedad estimada: 120 millones de años, en pleno Cretácico Inferior.
El responsable de Paleontología del Centro INAH Puebla, Iván Alarcón Durán, coordinó las exploraciones con el Gobierno del Estado para atender denuncias de pobladores sobre aparentes huellas expuestas por las lluvias. Las inspecciones comprendieron diversas zonas de Atexcal y Tehuacán, donde la erosión permitió documentar nuevos rastros y planear acciones de protección.
Los especialistas confirmaron icnitas en tres localidades, entre ellas Santa Ana Xaloxtoc, donde participó el paleontólogo Joaquín Arroyo Cabrales, así como Santa Catarina Tehuixtla y San Lucas Teteletitlán. En cada sitio se registraron entre 5 y 20 huellas, dispersas en laderas de ríos y barrancas, extendidas a lo largo de más de 200 metros. Las impresiones incluyen rastros de Iguanodontidae, saurópodos, pequeños terópodos, y posibles representantes de Allosauridae y pterosaurios, cuyos casos aún requieren confirmación.
Alarcón Durán explicó que estas huellas, o icnitas, son testimonios indirectos que emergen de antiguos suelos marinos que, con el tiempo, se transformaron en lagunas someras. Indicó que la coexistencia de diferentes grupos no implica que vivieran al mismo tiempo; los rastros pudieron haberse marcado en momentos distintos del mismo periodo geológico.
Los estratos de los nuevos sitios también contienen moluscos fósiles y restos de maderas petrificadas, comparables a depósitos de San Juan Raya y Barranca del Río Magdalena. Gran parte del sur del actual territorio poblano era mar en aquel tiempo, recordó el investigador, lo que explica la riqueza paleontológica de la región.
El INAH reiteró que la protección del patrimonio exige cooperación comunitaria, subrayando que cualquier estudio paleontológico formal debe realizarse bajo un proyecto autorizado por el Consejo de Paleontología del INAH. Con ese fin, los sitios quedaron debidamente registrados para evitar alteraciones o saqueos.


