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El adiós ocurrió con victoria y reconocimiento pleno del público y rivales.
El 12 de septiembre de 1982, el entonces Toreo de Cuatro Caminos presenció una escena que marcaría época. El Santo, El Enmascarado de Plata, cayó en su última lucha tras ser pisoteado y golpeado por el Perro Aguayo, en un final tan crudo como inolvidable. Aquella noche cerró un capítulo irrepetible de la lucha libre mexicana.
Cuarenta y tres años después, la historia regresó al centro del ring. En el Palacio de los Deportes, El Hijo del Santo encabezó su propia despedida, ahora como protagonista absoluto del adiós de la máscara plateada que portó con orgullo tras recibir la estafeta familiar.
“Siempre estaré arrepentido de no haberme subido al ring a defender a mi papá”, confesó en un video proyectado durante el evento, en una escena que conectó pasado y presente ante miles de asistentes.
Fiel a la tradición técnica que su padre adoptó, El Hijo del Santo consolidó el legado familiar dentro y fuera del ring. La cartelera reflejó la diversidad histórica de la lucha libre mexicana: minis, lucha femenil, relevos australianos, juniors de leyendas y un combate máscara contra cabellera, donde Ángel Blanco Jr. perdió la melena ante quien heredará la plata.
La lucha estelar reunió a El Hijo del Santo, L.A. Park y Último Dragón, quienes dominaron a Texano Jr., Hijo de Fishman y Dr. Wagner Jr., este último reconociendo el legado del rival tras el combate a un solo round.
La noche del 13 de diciembre de 2025, El Hijo del Santo se despidió con victoria. Sonaron Las Golondrinas, llovieron aplausos y el ring quedó atrás mientras salía cargado en hombros por El Santo Jr.
“No he podido llorar”, confesó al final. Las máscaras caen, pero la plata mexicana, como las leyendas, permanece.


