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• El Plan de Ayala: tierra y libertad como juramento
• La traición en Chinameca que selló su destino
PUEBLA, México.– El 8 de agosto de 1879, en Anenecuilco, Morelos, nació Emiliano Zapata Salazar, en el seno de una familia dedicada a la labranza y a la crianza de ganado. Su pasión por los caballos le dio fama de experto desde joven, algo que pronto lo pondría en el camino de la historia.
En 1909, fue elegido representante de Anenecuilco para exigir legalmente la restitución de tierras a su pueblo. Sin respuesta, en 1910 inició el reparto de terrenos ocupados por haciendas a comunidades legítimas como Villa de Ayala y Moyotepec.
Cuando Francisco I. Madero lanzó la revolución antirreeleccionista en noviembre de 1910, Zapata se mantuvo expectante hasta marzo de 1911, cuando junto a Pablo Torres Burgos se levantó en armas contra Porfirio Díaz. Tras la muerte de Torres Burgos, Zapata asumió el mando del Ejército Libertador del Sur, entrando a Cuernavaca el 27 de mayo de 1911.
La relación con Madero se quebró cuando este no cumplió con la restitución inmediata de tierras. El 25 de noviembre de 1911, en Ayoxustla, Puebla, Zapata promulgó el Plan de Ayala, que exigía repartir latifundios y devolver la tierra a los pueblos. Su lucha continuó contra Victoriano Huerta, Venustiano Carranza y todo aquel que negara ese derecho.
En 1914, selló en Xochimilco su alianza con Francisco Villa para defender los ideales revolucionarios. Entre 1915 y 1916 aplicó medidas sociales y económicas en Morelos, pero la ofensiva carrancista redujo su base social.
El 10 de abril de 1919, en Chinameca, fue traicionado y asesinado por órdenes carrancistas. Aunque su vida terminó, el grito de “Tierra y Libertad” siguió resonando.