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En la era digital, el abuso ya no necesita un empujón en el patio escolar. Hoy, basta con un mensaje anónimo, una imagen manipulada o un perfil falso para humillar, acosar o difamar. El ciberbullying, ese fenómeno persistente que afecta tanto a niñas y niños como a adolescentes y personas adultas de cualquier edad, tiene un rostro aún más cruel: el de los terceros que se escudan en la impunidad virtual para dañar sin dar la cara.
Esta violencia digital, que se cuela a cualquier hora del día, deja a las víctimas sin refugio. La casa, la escuela o incluso la habitación ya no son espacios seguros. Las redes sociales se transforman en escenarios de escarnio, y los agresores, muchas veces desconocidos o encubiertos por perfiles falsos, operan como verdugos invisibles, actuando con brutalidad detrás de una pantalla.
? Realidades
Según UNICEF, 1 de cada 3 jóvenes ha sufrido acoso en línea.
Más del 50 % nunca se lo cuenta a sus padres o tutores.
El impacto emocional es profundo: ansiedad, aislamiento, depresión y, en casos extremos, pensamientos suicidas.
Detrás de esas señales, puede haber no solo un agresor, sino una red de terceros participando en un abuso colectivo disfrazado de anonimato.
Frente a este escenario, en Puebla, Alejandro Armenta, ha sido enfático: la nueva legislación contra el ciberasedio no busca silenciar a nadie, sino proteger a las personas ante el abuso sistemático y cobarde de terceros que utilizan la tecnología para violentar.
No es censura: es una respuesta seria a una agresión cada vez más común y más peligrosa.
Armenta fue claro: esta ley fortalece la protección a menores, castiga los llamados “delitos de cuello blanco” y sanciona con hasta tres años de prisión a quienes agredan, difamen o acosen por medios digitales.
“¿Cuántos casos hemos visto de abuelitos o niños que son suplantados o expuestos?”
, cuestionó el mandatario, remarcando la urgencia de actuar.
La propuesta fue impulsada por José Luis García Parra, coordinador del gabinete estatal, con el objetivo de marcar un alto a quienes utilizan el espacio virtual como un campo libre para el desprestigio, el chantaje o la violencia.
Hoy, Puebla alza la voz contra una violencia silenciosa y frecuente, poniendo límites claros a quienes piensan que la impunidad digital es una licencia para dañar. Porque proteger los derechos de niñas, niños, adultos mayores y cualquier persona en la red, es defender su dignidad fuera de ella también.