¡Síguenos!“Megaobras sin megadeudas”, diría esta mañana de manera coloquial el gobernador, sin lenguaje rebuscado, de manera simple que es la mejor forma de que los ciudadanos lo escuchen y comprendan.
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Se beneficiará a los que menos tienen y nunca han sido tomados en cuenta, más bien ignorados; habrá equilibrio; se generará riqueza comunitaria; se atajarán los moches y privilegios a los cuates y delincuentes de cuello blanco.
Los abusos que se hicieron en administraciones pasadas se tratarán de enmendar por una obligación del estado, pero es imposible dejar de remarcar que se quebraron las finanzas, se entregaron concesiones leoninas, hay deuda multimillonaria y se robaron mucho dinero.
¿Por qué no mencionar a los responsables?
Irresponsable sería no hacerlo.
Todo tiene un origen y debe surbrayarse.
He oído decir que criticar a una persona que ya murió es de cobardes.
Entonces olvídense de hacer referencia a la vida y obra de Benito Juárez, Porfirio Díaz, Agustín de Iturbide, Miguel Miramón, Tomás Mejía, Antonio López de Santa Anna, Maximiliano de Habsburgo, Francisco I. Madero, Ernesto Zedillo, el nuevo dios de los conservadores, amo del FOBAPROA, con la salvedad de que éste último no ha muerto, pero apesta a formol.
Tampoco tendrían que ocuparse del Tata Lázaro Cárdenas ni de Díaz Ordaz ni de Echeverría ni de López Portillo ni de la Madrid, por citar a otros tantos personajes.
La frase que refieren que es de cobardes criticar a un muerto tiene apenas un mínimo de sustento y se derrumba cuando se comprueba que a esa persona se le criticó en vida sin importar que tuviera un poder político enorme y una fortuna que le alcanzaría para comprar la presidencia de México en 21 mil millones de pesos, dinero que ya tenía listo su papá.
Eso fue lo que pasó con Rafael Moreno Valle Rosas, a quien casi nadie se atrevió a enfrentar siendo diputado, senador y gobernador del estado. Yo fui una de esas excepciones siendo columnista del diario UnomásUno, director del los periódicos ABC, El Heraldo de México y Puebla.
Disculpas por hablar en primera persona, pero esa es la verdad.
Reseñé la forma de lavar dinero de Rafael y sus socios; las obras ostentosas que tienen endeudada a Puebla al menos por tres generaciones, destacando el Museo Internacional del Barroco, La Estrella de Puebla, el Teleférico, el CIS, las ciclopistas y la concesión voraz del agua potable de la capital y la zona conurbada.
Hablé sobre los Proyectos de Prestación de Servicios (PPS) y las obras hechas a través de Asociaciones Público Privadas (APP); la entrega del impuesto sobre la renta a Pedro Aspe; el retiro de los registros civiles a las juntas auxiliares.
Reseñé su relación estrecha con Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto; sus negocios con Pedro Aspe Armella y la familia Hank; el robo en despoblado que orquestó con su secretario de Finanzas Roberto Moya Clemente, con el Grupo Proyecta de los hermanos Posada Cueto, principamente con Rafael, el famoso Falín que ahora tiene de yerno a Juan Pablo Piña Kurczyn, hijo de Mariano Piña Olaya, uno de los gobernadores de la ignominia.
El costo fue caro: Fui perseguido junto con mi familia; llamado el enemigo público número 1 por mis propios compañeros de medios y así me lo gritaban en los portales del zocalo; las puertas se me cerraron; hasta los que se decían mis amigos me negaron la oportunidad de escribir gratis en sus periódicos; algunos familiares me desconocieron. Así de grandes son los intereses, las deslealtades y traiciones.
Entonces, ¿qué me impide hablar de un muerto?
Les duele a los que se dicen indignados porque fueron favorecidos por Moreno Valle Rosas, Fernando Manzanilla, Marcelo García Almaguer, Álvaro Cabalán Macari, Maximiliano Cortázar, Fernando Crisanto Campos, Pedro Gómez, entre tantos otros que presumen ser decentes, cuando en realidad son unos sinvergüenzas.
POSDATA: Lealtad, estrategia y resultados es lo que se requiere para entregar buenas cuentas en todo gobierno. Emerge la figura de Omar García Harfuch. México lo reconoce; también Estados Unidos.
En Puebla, el gobernador Alejandro Armenta escala peldaños entre un camino escabroso, con un trabajo eficaz y eficiente. Va de la mano de la presidenta Claudia Sheinbaum. Su amistad y cercanía con Harfuch es inocultable; conoce bien las reglas y sabe lo que hay que hacer manejando con pericia las riendas políticas, de seguridad y economía del estado poblano.